Cuando María Teresa Ponce visitó por primera vez el terreno que ahora conocemos como My SachaJi, no había nada más que una ladera ventosa y de matorrales con vista hacia el volcán Imbabura y el lago San Pablo.

Su padre tenía una casa de campo cercana a Cusin, y María Teresa creció montando a caballo por los alrededores de los lagos, bosques y misteriosas quebradas de la zona. Sentía una afinidad natural con el lugar. Su padre, un arquitecto y desarrollador de bienes raíces, la animó a escoger un terreno en los años noventa que él compraría en su nombre.

«Elegí el lugar porque me gustaba cómo se sentía», dice la amable y trabajadora fundadora de My SachaJi, agregando que le atrajo la historia de la zona.

Nacida en Quito, María Teresa asistió a la escuela secundaria y la universidad en Estados Unidos. En un momento difícil de su vida, participó en un temazcal en Arizona (una ceremonia antigua en la cual piedras calientes se colocan dentro de un domo pequeño que asemeja un útero e induce una intensa sudoración) lo que «produjo un despertar espiritual y un sentimiento como si estuviera enamorada.»

Ella explica que «fue una sensación tan hermosa que traté de buscar algo que me siga provocando lo mismo».

Descubrió que el yoga era la clave para mantener el ímpetu, y se sumergió en la actividad, junto con la fotografía en la que ya había logrado ser reconocida. Fue esta inmersión la que la llevó a entender que hay algo que la gente como ella necesita.

«Necesitamos un espacio para la curación y la sostenibilidad», explica Maria Teresa sobre el razonamiento detrás de un eco-lodge de bienestar.

Al haberse graduado de arquitectura y poder poner en práctica sus habilidades desde el colapso financiero a finales de los 90, María Teresa decidió diseñar la propiedad con la ayuda de su padre. La construcción comenzó en 2011.

«Fue un proceso interesante, ya que fue el primer y último proyecto con mi padre», dice.

Aunque asegura que «fue algo lindo para hacer juntos», la relación de trabajo tuvo sus dificultades, muchas de las cuales surgían de las visiones distintas que tenían en cuanto al diseño: el feng shui de María Teresa versus el modernismo de su padre.

«Nos peleábamos bastante», recuerda. «Una vez, me preguntó por qué decidí poner el edificio principal donde lo hice, y le dije que era porque había meditado allí! No podía creerlo.”

La idea de arquitectura sostenible era nueva para ambos, pero era algo que María Teresa deseaba explorar ya que había estado expuesta a nuevas ideas ecológicas a través de su conexión con el mundo del yoga (fue idea de María Teresa usar materiales reciclados como neumáticos usados). Pero su padre, que ya era pionero en “techos verdes”, le gustó la idea y diseñó los impresionantes techos de hierba de My SachaJi que reducen las emisiones de CO2 y permiten que los edificios fusionen perfectamente con su entorno.

Además de los edificios atractivos y modernistas, el sitio incorporó: un huerto para el uso del restaurante, senderos que conducen a estos jardines, una bañera de hidromasaje con una vista impresionante, y espacios para meditar y absorber las vibraciones naturales de la zona.

Seis meses después de finalizar la construcción de la propiedad, el padre de María Teresa murió, y My SachaJi sería uno de los últimos proyectos en los que trabajó.

Pero desde su apertura en 2013, My SachaJi ha crecido y madurado, al igual que su colorida huerta. Ha sido aprobado por el curandero espiritual Guru Dev, ganado una reputación por sus tratamientos de bienestar andinos únicos, y miles han sido testigos de la impresionante vista del lago y el volcán.

A María Teresa se la puede encontrar dando clases de yoga matinales, discutiendo con los invitados sobre cómo mejorar su bienestar, o alrededor de la propiedad con sus cuatro perros rescatados. Su corazonada, al parecer, estuvo correcta.